La vida en pareja, la convivencia, como casi todo en la vida, conlleva buenos y malos momentos. Supone un reto, una prueba para nuestra tolerancia y capacidad de comprensión.
Navegar juntos por los mares de la rutina cotidiana no es tarea fácil y hay que estar preparados por si la nave zozobra.
Mantenerse a flote, a pesar de las tormentas, implica aprender a aceptar otros puntos de vista, a ver las cosas con más amplitud, a trabajar nuestros propios conflictos emocionales y en definitiva crecer como personas.
Todas las parejas dedican mucho tiempo a elegir y acondicionar el espacio que les servirá de hogar, pero no es tan frecuente detenerse a pensar que en ese espacio interior propio habrá que compartir y mantener diálogo.

El reto de vivir en pareja
Abrirnos al otro implica, no sólo compartir objetivos e inquietudes, sino también, aprender a dar y recibir afecto. El deseo sexual, la convivencia espiritual, la amistad, & en definitiva el amor, que engloba todos estos aspectos y que sustenta una buena relación se basa en la complicidad y la confianza mutua, que se apoya en una comunicación auténtica.
Descubrir con cuáles mecanismos fomentamos una mala comunicación o potenciamos un sincero acercamiento puede ayudarnos en nuestra recién estrenada vida en común.
Reflexiones sobre la convivencia en pareja
- Afrontar las dificultades de la convivencia en pareja con valentía, sinceridad y comprensión mutua.
- Llegar a conclusiones partiendo de nuestra única interpretación de los hechos puede llevarnos a juicios erróneos que desemboquen en acciones que nuestra pareja no entenderá.
- Es importante preguntarnos qué nos puede ayudar a entender nuestras propias reacciones.
- Ante una situación conflictiva concede al otro la oportunidad de explicarse.
- Expresar lo que sentimos es una fórmula que aumenta la receptividad y la desinhibición y haber escuchado sentimientos positivos nos llevará a estar más dispuestos a hacer concesiones cuando surjan las discrepancias.
- Cuando nos relacionamos sinceramente el cariño fluye, pero es difícil expresarse con espontaneidad, si continuamente estamos juzgando e intentando reformar al otro.
- Si tu pareja muestra rabia o enfado no respondas de la misma manera, sino más bien haz un esfuerzo de empatía.